Hab´ıan concentrado todos sus esfuerzos en acceder al interior sin ser detectados: no hab´ıan pensado en lo que har´ıan si se ve´ıan obligados a separarse. Ahora Hermione estaba metida en procedimientos legales, que indudablemente se prolongaban durante horas; Ron estaba luchando por hacer magia que Harry estaba seguro de que estaba por encima de su nivel, con la libertad de una mujer posiblemente dependiendo de los resultados, y él, Harry, estaba paseándose por el piso superior cuando sab´ıa perfectamente bien que su presa acababa de bajar en el ascensor.
Dejó de caminar, se apoyó contra una pared e intentó decidir lo que hacer. El silencio se abatió sobre él: all´ı no hab´ıa bullicio, ni conversaciones, ni pasos ligeros; los pasillos de alfombras púrpuras estaban callados como si hubiesen lanzado un hechizo Muffliato en ellos.
Su oficina debe estar aqu´ı arriba, pensó Harry.
Parec´ıa bastante poco probable que Umbridge guardase las joyas en su oficina, pero por otro lado, parec´ıa tonto no buscar para asegurarse. Por lo tanto, se dirigió de nuevo por el pasillo pasando sólo junto a un mago con el ce˜no fruncido que murmuraba instrucciones a una pluma que flotaba delante de él, garabateando en un trozo de pergamino.
Ahora prestando atención a los nombres en las puertas, Harry torció en una esquina.
A medio camino por el siguiente pasillo se encontró en un espacio amplio y abierto donde una docena de brujas y magos estaban sentados en filas en peque˜nos pupitres, no muy diferentes a los del colegio, aunque mucho más pulidos y sin pintadas. Harry se detuvó para mirarlos, porque el efecto era bastante hipnótico. Todos estaban agitando y haciendo girar sus varitas al un´ısono, y cuadrados de papel de colores volaban en todas direcciones como peque˜nas cometas rosas. Tras unos pocos segundos, Harry se dio cuenta de que los procedimientos segu´ıan un ritmo, de que todos los papeles formaban el mismo patrón; y tras otros pocos segundos se dio cuenta que estaba viendo la creación de panfletos, que los papeles cuadrados eran páginas, que, cuando se juntaban, se plegaban y se les aplicaba magia, y se depositaban en pilas ordenadas al lado de cada bruja o mago.
Harry se aproximó con sigilo, aunque los trabajadores estaban tan concentrados en lo que estaban haciendo que dudaba que notasen un paso silencioso sobre la alfombra, y cogió un panfleto completo de la pila de detrás de una bruja joven. Lo examinó bajo la capa de Invisibilidad. Su portada rosa estaba grabada con un t´ıtulo dorado: SANGRES SUCIA
Y los Peligros Que Suponen
para una Pac´ıfica Sociedad de Sangre Limpia Bajo el t´ıtulo hab´ıa un dibujo de una rosa roja con una cara de sonrisa tonta en el medio de los pétalos, siendo estrangulada por una mala hierba verde con colmillos y el entrecejo fruncido. En el panfleto no figuraba el nombre del autor, pero de nuevo, las cicatrices en la parte posterior de su mano derecha parecieron hormiguear mientras lo CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
142
examinaba. Entonces la joven bruja a su lado confirmó su suposición al decir, todav´ıa agitando y dando vueltas a su varita:
“¿Alguien sabe si la vieja arp´ıa se pasará todo el d´ıa interrogando a sangres sucia?”
“Cuidado” dijo el mago a su lado, mirando con nerviosismo a su alrededor; una de sus páginas perdió el ritmo y cayó al suelo.
“¿Qué pasa, ahora tiene orejas mágicas además de un ojo?”
La bruja miró hacia la puerta brillante de caoba frente al espacio lleno de fabricantes de panfletos; harry también miró y la cólera se alzó en su interior como una serpiente.
Donde deber´ıa haber habido una mirilla en una puerta principal muggle, un ojo grande y redondo con un brillante iris azul hab´ıa sido colocado en la madera... un ojo que era terriblemente familiar para cualquiera que hubiese conocido a Alastor Moody.
Durante una fracción de segundo Harry se olvidó de donde se encontraba y lo que estaba haciendo all´ı: incluso se olvidó de que era invisible. Avanzó directamente hacia la puerta para examinar el ojo. No se mov´ıa: miraba ciegamente hacia arriba, congelado. En la placa que ten´ıa debajo se le´ıa:
DOLORES UMBRIDGE
SUBSECRETARIA DEL MINISTRO
Debajo de eso, una placa nueva ligeramente más brillante pon´ıa: JEFA DE LA COMISI ÓN DE REGISTRO
DE NACIDOS MUGGLES
Harry volvió la vista a las docenas de fabricantes de panfletos; aunque estaban concentrados en su trabajo, dif´ıcilmente pod´ıa suponer que no notasen que la puerta de una oficina vac´ıa se abr´ıa delante de ellos. Por lo tanto sacó de un bolsillo interior un extra˜no objeto con peque˜nas piernas que se balanceaban y una bocina de caucho como cuerpo.
Poniéndose en cuclillas bajo la capa, colocó el Detonador Trampa sobre el suelo.