“Salgan del pa´ıs si pueden. Simplemente aléjense todo lo posible del Ministerio. Esa es la... eh... nueva postura oficial. Ahora, si siguen a los patronus, podrán marcharse desde el Atrio.”
Consiguieron subir por las escaleras de piedra sin ser interceptados, pero cuando se acercaban a los ascensores Harry empezó a tener dudas. Si aparec´ıan en el Atrio con un ciervo plateado, con una nutria flotando a su lado, y unas veinte personas, la mitad acusadas de ser nacidos muggles, no pudo evitar pensar que atraer´ıan una atención indeseada.
Justo acababa de llegar a esa conclusión inoportuna cuando el ascensor se detuvó con un ruido metálico delante de ellos.
“¡Reg!” gritó la se˜nora Cattermole, y se lanzó a los brazos de Ron. “Runcorn me liberó, atacó a Umbridge y Yaxley, y nos ha dicho a todos que abandonemos el pa´ıs. Creo que será mejor que lo hagamos Reg, de verdad. Vamos a casa y cojamos a los ni˜nos y... ¿por qué estás tan mojado?”
“Agua” dijo Ron, libeándose del abrazo. “Harry, saben que hay intrusos dentro del Ministerio, algo acerca de un agujero en la puerta de la oficina de Umbridge. Calculo que tenemos cinco minutos o as´ı...”
El patronus de Hermione se desvaneció con un estallido mientras le dirig´ıa una mirada horrorizada a Harry.
“¡Harry, si nos atrapan aqu´ı...!”
“No lo harán si nos movemos rápido” dijo Harry. Se dirigió al grupo silencioso que estaba tras ellos, y que le estaban mirando con la boca abierta. “¿Quién tiene varita?”
Alrededor de la mitad levantaron la mano.
“Muy bien, todos los que no tengan varita tienen que pegarse a alguien que s´ı tenga.
Tenemos ser rápidos para que no nos puedan detener. Adelante.”
Pudieron de meterse apretados en dos ascensores. El patronus de Harry se quedó co-mo centinela ante de las puertas doradas hasta que estas se cerraron y los ascensores comenzaron a elevarse.
“Planta ocho” dijo la voz mecánica de la bruja. “El Atrio.”
CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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Harry supo al momento que ten´ıan problemas. El Atrio estaba lleno de gente que se mov´ıa de chimenea en chimenea, sellándolas.
“¡Harry!” gritó Hermione. “¿Qué vamos a...?”
“¡ALTO!” dijo Harry con voz de trueno, y la poderosa voz de Runcorn resonó por el Atrio. Los magos que sellaban las chimeneas se quedaron paralizados. “Seguidme”
susurró al grupo de aterrorizados magos nacidos muggles, que avanzaron en grupo, guiados por Ron y Hermione.
“¿Qué pasa, Albert?” dijo el mismo mago que se estaba quedando calvo que antes hab´ıa seguido a Harry desde la chimenea. Parec´ıa nervioso.
“Este grupo tiene que salir antes de que selléis las salidas” dijo Harry con toda la autoridad que fue capaz de reunir.
El grupo de magos que ten´ıa delante empezó a mirarse entre s´ı.
“Nos han dicho que sellemos todas las salidas y no dejemos que nadie...”
“¿Me estás contradiciendo?” soltó Harry. “¿Quieres que haga que examinen tu árbol genealógico como hice con el de Dirk Cresswell?”
“¡Lo siento!” dijo el mago casi calvo, retrocediendo. “No quise decir nada, Albert, pero pensé... pensé que los hab´ıan llevado para el interrogatorio...”
“Su sangre es pura” dijo Harry, y su profunda voz resonó de forma impresionante por el vest´ıbulo. “Más pura que la de muchos de vosotros, debo decir. Salid todos” les dijo con voz resonante a los nacidos muggles, que se apresuraron hacia las chimeneas y empezaron a desvanecerse en parejas. Los magos del Ministerio se echaron hacia atrás, algunos con aspecto confuso, otros asustados y resentidos. Y entonces...”
“¡Mary!”
La se˜nora Cattermole miró por encima de su hombro. El verdadero Reg Cattermole, que ya no vomitaba pero estaba pálido y lánguido, acaba de salir corriendo de un ascensor.
“¿R-Reg?”
Miró de su marido a Ron, que maldijo con fuerza. El mago casi calvo los miró con la boca abierta, su cabeza giraba de forma rid´ıcula de un Reg Cattermole al otro.
“Eh, ¿qué está pasando? ¿Qué es esto?”
“¡Sellad la salida! ¡SELLADLA!”
Yaxley hab´ıa salido de repente de otro ascensor y estaba corriendo hacia el grupo que se encontraba ante las chimeneas, por las que todos los nacidos muggles salvo la se˜nora Cattermole se hab´ıan desvanecido. Cuando el mago casi calvo levantó su varita, Harry levantó un enorme pu˜no y le golpeó, enviándolo volando por el aire.
“¡Estaba ayudando a escapar a nacidos muggles, Yaxley!” gritó Harry.
Los compa˜neros del mago calvo iniciaron un tumulto, que aprovechó Ron para agarrar a la se˜nora Cattermole, empujándola a la chimenea todav´ıa abierta, y desapareciendo.
Confuso, Yaxley miró de Harry al golpeado mago, mientras el verdadero Reg Cattermole gritaba:
“¡Mi mujer! ¿Quién era ese que estaba con mi mujer? ¿Qué está pasando?”
Harry vio girar la cabeza de Yaxley, vio que un indicio de verdad aparec´ıa en esa cara brutal.
CAPÍTULO 13. LA COMISI ÓN DE LOS NACIDOS DE MUGGLES
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