- Mi superior decidió que me había portado como un niño travieso, y me nombró coordinador. Me aburrí tanto que, al cabo de un mes de ser coordinador, escribí al general Gavron y le dije oficialmente que era un inepto, él. Le escribí: «Mi general, se lo digo oficialmente. Si, Marty Schulmann le dice que es usted un inepto.» Me mandó llamar. ¿Ha conocido usted a ese Gavron? ¿No? Es un hombrecillo pequeño y arrugado, con una gran cabellera negra. No hay modo de vivir en paz con él. Al verme, me gritó: «iSchulmann!, ¿cómo diablos se las ha arreglado, con sólo un mes, para poder llamarme inepto? ¿Cómo ha conseguido usted descubrir mi más terrible secreto?» Gavron tiene la voz cascada, como si alguien le hubiera dejado caer de cabeza cuando era un niño de teta. Y yo le contesté: «Mi general, si tuviera usted un mínimo respeto hacia sí mismo, me degradaría, dejándome en soldado raso, y me devolvería a mi primitiva unidad, desde la que no podría insultarle directamente.» ¿Y sabe qué hizo Gavron? me echo de su despacho, me ascendió, y de esta manera volví a mi primitiva unidad.
Esta historieta divirtió a Alexis, principalmente si tenemos en cuenta que le recordó sus antiguos tiempos de muy popular excéntricos entre los envarados mandos de Bonn. Por esto resultó muy lógico y natural que la conversación se centrara en el indignante suceso de Bad Godesberg, que, a fin de cuentas, fue la ocasión que dio lugar a que se conocieran.
Kurtz observó:
- Me han dicho que por fin están haciendo ciertos progresos. Ya sabe que la chica vino desde París, desde el aeropuerto de Orly, lo cual no deja de ser importante, a pesar de que aún desconozcan la identidad de la muchacha.
Alexis quedó notablemente irritado al escuchar este mal medido elogio en los labios de alguien a quien él admiraba y respetaba:
- ¿A esto le llama un progreso? Ayer recibí el más reciente análisis efectuado por esa gente. Una muchacha se traslada de Orly a Colonia, el día en que estalla la bomba. O, por lo menos, eso creen. Lleva pantalones tejanos. Creen. Pañuelo en la cabeza, tiene buena figura, y quizá sea rubia. ¿Y qué? Los franceses ni siquiera han podido averiguar su embarque. O por lo menos eso dicen.
Kurtz aventuró:
- Tal vez se deba a que la muchacha no embarcó rumbo a Colonia.
Sin haber comprendido con la debida exactitud, Alexis objetó:
- ¿Y cómo diablos llega volando a Colonia, si no embarca rumbo a cretinos son incapaces de descubrir un caballo en la sopa.
Las mesas contiguas seguían todavía vacías, aun cuando con música transistor y música de Oklahoma en los altavoces, había música más que ahogar todo género de herejías. Kurtz explicó pacientemente:
- Supongamos que la chica saca billete para cualquier otro sitio; Madrid, por ejemplo. Es decir, la chica embarca en Orly, pero con pasaje para Madrid.
Alexis aceptó la hipótesis. Kurtz prosiguió:
- Compra un billete Orly-Madrid, y, cuando llega a Orly saca la carta de embarque para Madrid. Se va a la sala de partida con su carta de embarque para Madrid, espera en un lugar determinado. Y sigue esperando. Lo más probable es que lo haga cerca de alguna puerta de salida. Digamos que espera junto a la puerta número dieciocho. Entonces cierta persona, otra muchacha, se acerca a ella, le dice las palabras concertadas de antemano, las dos van al lavabo e intercambian las cartas de embarque. Organización perfecta. Cosa bien hecha. También intercambian los pasaportes. Esto, tratándose de chicas, no constituye problema. Maquillaje, pelucas… Paul, en cuanto investigues un poco, siempre descubres que todas las muchachas bonitas son iguales.
La verdad de este último aforismo dejó altamente satisfecho a Alexis, ya que recientemente había llegado a esta misma triste conclusión, con respecto a su segundo matrimonio. Pero el doctor Alexis no meditó mucho el aserto de su interlocutor, debido a que intuía la inminencia de una información importante, y el espíritu policiaco del doctor Alexis estaba de nuevo alerta. Alexis encendió un cigarrillo y dijo:
- Y cuando llega a Bonn, ¿qué?
- Llega con pasaporte belga. Una bonita falsificación, uno de la serie de pasaportes fabricados en Alemania Oriental. En el aeropuerto la recibe un muchacho con barbas, que va en una motocicleta robada y con matrícula falsa. Es un muchacho alto, joven y con barbas. Es lo único que la muchacha sabe con respecto a él, es lo único que todos saben con respecto a él; sí, ya que esa gente sabe muy bien todos los trucos para mantener su seguridad. ¿Con barbas? ¿Qué es una barba? Además, el chico en momento alguno se quitó el casco de motorista. En materia de seguridad, esa gente está muy por encima del término medio. Son incluso sobresalientes. Sí, esto es lo que yo creo.
Alexis dijo que también él se había dado cuenta de ello. Kurtz prosiguió: