Mesterbein dijo:
- El automóvil era un Mercedes, con matrícula de Munich, pero la policía dice que la matrícula es falsa. Y también la documentación. Falsificaciones. ¿Y por qué razón mi cliente conducía un automóvil con matricula falsa y cargado de explosivos? Mi cliente era un estudiante. No era un hombre dedicado a poner bombas. Se trata de una intriga. Estoy seguro.
Helga acarició con más cariño todavía a Charlie, para sonsacarle una contestación más fácilmente, y le preguntó:
- ¿Conoces este automóvil, Charlie?
Pero Charlie, en su imaginación, sólo podía ver a su amante despedazado, con sus miembros volando por los aires, por doscientas libras de explosivos rusos, escondidas en la tapicería, la techumbre y debajo de los asientos del automóvil; un infernal volcán que destruía el adorado cuerpo de su amante. Y lo único que podía oír era la voz de su otro mentor sin nombre, que le decía: «Desconfía de ellos, miénteles, niégalo todo, rechaza, rehusa.»
En tono acusador, Mesterbein dijo:
- Algo ha dicho la chica.
Helga, mientras secaba un nuevo torrente de lágrimas, utilizando al efecto el práctico pañuelo que había extraído del bolso, manifestó:
- Ha dicho «Michel».
Mesterbein dijo:
- También murió una muchacha. Dicen que iba cota él, en el automóvil.
Muy suavemente y tan cerca de ella que Charlie pudo sentir su aliento en la oreja, Helga
dijo:
- Una holandesa, una verdadera belleza. Rubia.
Alzando la voz, Mesterbein prosiguió:
- Al parecer murieron juntos.
En tono confidencial, Helga dijo:
- Tú no eras la única, Charlie. Tú no tenias el derecho al uso exclusivo de nuestro pequeño palestino.
Por primera vez desde que le habían dado la noticia, Charlie pronunció una frase coherente:
- Jamás se lo pedí.
Mesterbein explicó:
- La policía dice que la chica era una terrorista.
Helga añadió:
- Y dice que también Michel era un terrorista.
Mesterbein dijo:
- La policía dice que la holandesa puso varias bombas, en obediencia a las órdenes de Michel. La policía dice que la holandesa y Michel estaban planeando otra acción, y que en el automóvil encontraron un plano de Munich con el Centro de Comercio Israelita marcado de puño y letra de Michel.
Después de una pausa, Mesterbein añadió:
- En el río Tsar. Se trataba de una planta alta, o sea un objetivo difícil, en realidad. ¿Te habló Michel de esta acción, Charlie?
Temblorosa, Charlie tomó un sorbo de café, lo cual pareció complacer a Helga tanto como si Charlie hubiera dado una contestación explícita, ya que Helga dijo:
- ¡Mira! Por fin se está despertando, por fin. ¿Quieres más café, Charlie? ¿Hago un poco de café? ¿Quieres comer algo? Tenemos salchichas, huevos, queso, en realidad tenemos un poco de todo.
Charlie meneó negativamente la cabeza y dejó que Helga la acompañara al lavabo, en donde Charlie estuvo mucho tiempo, echándose agua a la cara, eructando, y, de vez en cuando, deseando saber el alemán suficiente para comprender la conversación en voces breves y secas, conversación violenta, que llegaba a sus oídos, al través de la delgadísima puerta.
Cuando Charlie regresó, encontró a Mesterbein, con la trinchera puesta, en pie junto a la puerta. Mesterbein dijo:
- Señorita Charlie, le advierto que la señorita Helga goza de la plena protección de la ley.
Y, acto seguido, Mesterbein abrió la puerta.
Por fin solas. Mujeres solamente.
Riendo, Helga anunció:
- Anton es un genio. Es nuestro ángel de la guarda. Odia la ley pero, como es natural, se enamora de lo que odia. ¿No estás de acuerdo? Charlie debieras siempre estar de acuerdo conmigo, ya que de lo contrario me siento muy desilusionada.
Helga se acercó más, y dijo, reanudando una conversación que, en realidad, ni siquiera había comenzado:
- El tema principal no es la violencia. Jamás. Si actuamos violentamente o si actuamos pacíficamente, ello carece de importancia. Para nosotros, lo más importante es actuar con lógica. Y no mantenernos inactivos mientras el mundo rueda por sí mismo, sino convertir la opinión en convicción, y la convicción en acción.
Helga hizo una pausa para apreciar el efecto que su argumentación había producido en su alumna. Las cabezas de las dos mujeres estaban muy cerca la una de la otra. Helga dijo:
- La acción es auto-realización, y también es un objetivo. ¿Si o no?
Helga hizo una pausa, durante la cual tampoco obtuvo contestación. Dijo:
- ¿Quieres saber otra cosa que te dejará totalmente sorprendida? Mantengo excelentes relaciones con mis padres. Pero éste no es tu caso. Se nota en tus cartas. Anton también. Como es natural, mi madre es la más inteligente de los dos, pero mi padre…
Helga volvió a interrumpirse, pero en esta ocasión el silencio de Charlie la irritó, lo mismo que el renovado ataque de llanto de la muchacha. Helga dijo:
- Charlie, basta ya ¿lo oyes? ¡Basta! A fin de cuentas, no somos viejas. Tú le amabas, y nos parece lógico, pero está muerto.
La voz de Helga se había endurecido de manera sorprendente. Siguió: