- ¿Puedo ponerme algo? -susurró ella. Se puso el vestido y le alcanzó la radio, un aparato moderno de plástico negro, con un selector como un dial telefónico. Colocando uno junto al otro el reloj y la radio, El Jalil conectó esta última y probó todas las estaciones hasta que en una se oyó un gemido que se elevaba y descendía como una alarma antiaérea. Entonces cogió el reloj, levantó con el pulgar la tapa de la cámara destinada a albergar las pilas, y dejó caer éstas al suelo, tal como debía haber hecho la noche anterior. El gemido dejó de oírse. Como un niño que ha llevado a cabo con éxito un experimento, El Jalil volvió la cabeza hacia ella y fingió sonreír. La muchacha trataba de no mirarlo, pero no pudo evitarlo.
- ¿Para quién trabajas, Charlie? ¿Para los alemanes? Ella negó con la cabeza.
- ¿Para los sionistas?
Tomó su silencio por una respuesta afirmativa.
- ¿Eres judía?
- No.
- ¿Crees en Israel? ¿Qué eres?
- Nada -dijo ella.
- ¿Eres cristiana? ¿Los ves como los fundadores de tu gran religión?
Ella volvió a negar con la cabeza.
- ¿Es por dinero? ¿Te han sobornado? ¿Te han chantajeado?
Ella quería gritar. Apretó los puños y llenó de aire sus pulmones, pero el caos la estranguló y, en cambio, se puso a sollozar.
- Se trataba de salvar la vida. Se trataba de tomar parte. De ser algo. Yo le amaba.
- ¿Traicionaste a mi hermano?
Las obstrucciones desaparecieron de su garganta, para dar paso a una mortal uniformidad en el tono.
- No le conocí. Nunca en mi vida hablé con él. Me lo mostraron antes de matarlo, el resto fue inventado. Nuestra relación amorosa, mi conversión…, todo. Ni siquiera escribí las cartas, lo hicieron ellos. También escribieron la carta de él para ti. La carta en que se hablaba de mí. Yo me enamoré del hombre que se ocupaba de mí. Eso es todo.
Lentamente, sin agresividad, él extendió la mano izquierda y le tocó el rostro, aparentemente para asegurarse de que ella era real. Luego se miró las puntas de los dedos, y luego volvió a mirarla, estableciendo alguna comparación en su interior.
- Y eres la misma inglesa que malvendió mi país -observó con tranquilidad, como si le costara muchísimo creer lo que veía con sus propios ojos.
Levantó la cabeza y, cuando lo hizo, ella vio cómo su rostro era arrebatado por la desaprobación y luego, bajo la potencia de aquello con que le había disparado Joseph, encenderse. A Charlie le habían enseñado a estarse quieta cuando apretaba el gatillo, pero Joseph no hizo eso. No confiaba en que sus balas hicieran el trabajo que les correspondía, y corría tras ellas, tratando de llegar antes al blanco. Se precipitó por la puerta como un intruso cualquiera, pero, en vez de detenerse, se abalanzó hacia el interior al tiempo que disparaba. Y disparó con los brazos completamente extendidos, para reducir aún más la distancia. Ella vio encenderse el rostro de El Jalil, le vio dar una vuelta en redondo y arrojarse con los brazos abiertos hacia la pared, en busca de protección. Así, los proyectiles penetraron en su espalda, destrozando su camisa blanca. Sus manos se abrieron ante el muro -una de cuero, la otra real- y su cuerpo destrozado resbaló hasta quedar en cuclillas como el de un jugador de rugby, mientras intentaba desesperadamente abrirse paso a través de la materia. Pero, para entonces, Joseph se encontraba ya lo bastante cerca como para, con los pies, apresurar su caída. Detrás de Joseph entró Litvak, a quien ella conocía como Mike y al que siempre había atribuido, ahora lo com-prendía, una naturaleza enfermiza. Mientras Joseph retrocedía, Mike se arrodilló y colocó en el dorso del cuello de El Jalil una última y certera bala, seguramente innecesaria. Detrás de Mike entró aproximadamente la mitad de los verdugos del mundo, vestidos con trajes de hombrerana negros, seguidos por Marty y la comadreja alemana y dos mil camilleros y conductores de ambulancias y médicos y mujeres de rostro severo, que la sujetaron, le limpiaron los vómitos y la condujeron por el corredor y al aire fresco de Dios, aunque con el pegajoso y caliente olor de la sangre prendido a su nariz y a su garganta.