Читаем Un Milagro En Equilibrio полностью

Esta mañana el efecto sedante de la oxitocina brilló por su ausencia y casi me entra un ataque de nervios. Y esto me pasa por soberbia. Cuando vino a casa Elena, la vecina, a traer el saco de ropa que has heredado de Anita, estuvo hojeando el libro Vamos a ser padres, que es una de las doce (sí, doce) obras sobre embarazo que devoré mientras te llevaba dentro, y entonces leyó en voz alta un párrafo que venía a decir que casi todas las mujeres experimentaban depresión posparto, aunque a unas les duraba un día y a otras una semana. Y yo fui tan estúpida como para pavonearme de que no había tenido depresión posparto ni parecía que la fuera a tener. Pues bien, esta mañana, en el mismo momento en que estaba ordenando la ropa que Elena ha traído, me he encontrado de pronto pegándole gritos a tu padre por una estupidez tan grande como que no encontraba el conector del teléfono (que se había llevado mi amiga por equivocación, como descubriría más tarde) y de pronto me puse a llorar a moco tendido y a berrido limpio porque a mi alrededor todo está hecho un asco y porque me siento incapaz de ocuparme a la vez de poner orden en la casa, en tus horarios, en el correo y en todas las facturas que me esperan acumuladas sobre mi mesa de trabajo, y porque debo una pasta a Hacienda, y porque al paso que vamos tú vas a acabar heredando mi hipoteca y no sé cómo demonios voy a poder pagarla, y porque estoy cansada, y porque me duele mucho todo el cuerpo, y porque quiero una niña que no pida estar todo el día en brazos y un compañero con un trabajo y unos ingresos, que no me deje sola cada mañana contigo porque se marcha a un curso de español, y porque tú, al verme llorar, te pusiste a berrear también, y porque aquello había derivado en un pandemónium atronador de berridos. Así que te dejé en brazos de tu padre y me fui a llorar a mi cuarto. Y lo que me avergüenza reconocer aquí es que llegué a tener celos de ti, porque tu padre se dedicó a intentar consolar tu llanto y no el mío. Lo mismo que hizo en el paritorio: cuando por fin saliste, después de que yo me hubiera tirado mis buenas veinte horas dilatando, se fue inmediatamente tras de ti, con el pediatra y la comadrona, y no me hizo maldito el caso. Ni felicitaciones, ni loas ni alabanzas por el valor demostrado, ni siquiera una sonrisa de comprensión y apoyo. Desapareció en tu estela, hechizado como una rata tras el flautista de Hamelín.

En fin, que allí me quedé, tirada en la cama, hundida en la más negra ciénaga de autocompasión, hasta que recurrí a un libro que me leí como unas cinco veces mientras estaba embarazada y en el que busqué los síntomas que se supone describen la depresión posparto y que, siempre según la señora autora, son:

– Estoy siempre irritable.

– No puedo dormir.

– Me cuesta pensar.

– Estoy siempre nerviosa.

– Tengo náuseas.

– Me siento culpable.

– Me siento fea.

– Mi vida es un fracaso.

– Ya no me interesa el sexo.

– Lloro a la mínima.

– Todo me preocupa.

– No puedo dejar de comer.

– Estoy siempre cansada.

– Todo me da miedo.

– Me siento sola.

– Me siento avergonzada.

– No siento nada.


(Aprovechando que parecías haberte quedado dormida te he dejado en tu cuco y me he levantado a desayunar -es la una y diez y no he podido hacerlo hasta ahora porque no he sabido cómo desenvolverme contigo en brazos- y a hacer la comida. A los diez minutos te has puesto a chillar histérica porque, no sé cómo, ni merced a qué extraño radar interno, te has dado cuenta de que me he ido y no te has callado hasta que me has visto llegar para cogerte en brazos, bicho chantajista.)

La verdad es que los síntomas que describen la depresión posparto me los podía haber aplicado a la depresión preparto, pues más o menos durante todo el embarazo me sentí fea, gorda, confusa, asustada, nerviosa, sola, fracasada, llorosa, mareada, irritable, cansada, avergonzada… Eso sí, no se aplica el «me cuesta dormir» porque a mí no me costaba lo más mínimo, es más, no deseaba otra cosa que dormir, soñar acaso, que diría Hamlet, y me quedaba traspuesta a la mínima, en cualquier parte, en el tren, en el autobús, en salas de espera de aeropuertos, frente a la tele o en mitad de la lectura de un libro que acababa por caérseme de las manos.

Yendo más lejos, podría incluso decirte que los síntomas antes expuestos describirían cómo me he sentido durante prácticamente toda mi vida: fea, gorda, confusa, asustada, nerviosa, sola, fracasada, llorosa, irritable, cansada, avergonzada… eso sin estar embarazada ni recién parida.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Книга Балтиморов
Книга Балтиморов

После «Правды о деле Гарри Квеберта», выдержавшей тираж в несколько миллионов и принесшей автору Гран-при Французской академии и Гонкуровскую премию лицеистов, новый роман тридцатилетнего швейцарца Жоэля Диккера сразу занял верхние строчки в рейтингах продаж. В «Книге Балтиморов» Диккер вновь выводит на сцену героя своего нашумевшего бестселлера — молодого писателя Маркуса Гольдмана. В этой семейной саге с почти детективным сюжетом Маркус расследует тайны близких ему людей. С детства его восхищала богатая и успешная ветвь семейства Гольдманов из Балтимора. Сам он принадлежал к более скромным Гольдманам из Монклера, но подростком каждый год проводил каникулы в доме своего дяди, знаменитого балтиморского адвоката, вместе с двумя кузенами и девушкой, в которую все три мальчика были без памяти влюблены. Будущее виделось им в розовом свете, однако завязка страшной драмы была заложена в их историю с самого начала.

Жоэль Диккер

Детективы / Триллер / Современная русская и зарубежная проза / Прочие Детективы
Кредит доверчивости
Кредит доверчивости

Тема, затронутая в новом романе самой знаковой писательницы современности Татьяны Устиновой и самого известного адвоката Павла Астахова, знакома многим не понаслышке. Наверное, потому, что история, рассказанная в нем, очень серьезная и болезненная для большинства из нас, так или иначе бравших кредиты! Кто-то выбрался из «кредитной ловушки» без потерь, кто-то, напротив, потерял многое — время, деньги, здоровье!.. Судье Лене Кузнецовой предстоит решить судьбу Виктора Малышева и его детей, которые вот-вот могут потерять квартиру, купленную когда-то по ипотеке. Одновременно ее сестра попадает в лапы кредитных мошенников. Лена — судья и должна быть беспристрастна, но ей так хочется помочь Малышеву, со всего маху угодившему разом во все жизненные трагедии и неприятности! Она найдет решение труднейшей головоломки, когда уже почти не останется надежды на примирение и благополучный исход дела…

Павел Алексеевич Астахов , Павел Астахов , Татьяна Витальевна Устинова , Татьяна Устинова

Современная русская и зарубежная проза / Современная проза / Проза