La boca de Maxie formó una O mientras sus ojos se agrandaron. Entonces ella sacudió su cabeza. -No puedo, Maestro C. Estamos haciéndole compañía a Jessica a pedido del Maestro Z.
La sonrisa de Cullen estaba de vuelta. -Esmerarse en las tareas es una buena cosa. Ven cuando estés libre. -Sus ojos brillaban con humor. -Si quieres.
Considerando que Maxie estaba casi babeando, Jessica pensó que el barman sabía muy bien lo mucho que la rubia quería. Se dirigió de nuevo hacia su barra, sus largas piernas una hermosa vista en apretado cuero marrón.
Maxie suspiró.
Dando una cautelosa mirada alrededor por cualquier otro hombre agresivo, Jessica se reclinó en su silla. Esta era su oportunidad de obtener alguna información de las mujeres del otro lado de la barrera. -No creo que el Maestro Z se habría molestado si te hubieras ido a sentar con Cullen.
Los ojos de Maxie se abrieron. -¿Desafiar al Maestro Z? ¿Estás loca? Tú no le haces frente a él, ¿verdad? -Ella agregó rápidamente: -Nunca discutas con él. -La rubia parecía más asustada que cuando Nathan la agarró.
¿Qué hacía que Maxi se pusiera así? -Pero, el Maestro me dijo que él nunca… Él sólo da a-azotes… -La palabra era difícil incluso decirla. -Él no usa látigos ni nada de eso.
– Oh, yo casi prefiero ser azotada que… -Los ojos de Maxie se dirigieron a Leonora. -Díselo tú.
Leonora bebió un sorbo de su bebida y luego señaló con la barbilla a una pelirroja alta y musculosa con un camisón de dos piezas que estaba sentada al lado de un delgado Dom. -Adrienne le estaba haciendo pasar a su Dom un mal momento. Ella era, básicamente, el condimento de la parte trasera, no hacía lo que él decía, y creaba alborotos en su escena. El Maestro Z se acercó. No sé lo que le dijo, pero he oído que ella lo insultó.
Leonora cambió miradas con Maxi, y luego continuó. -Su rostro… ¿Sabes lo mortal que él puede mirar? Bueno, el Dom estaba lo suficientemente enojado como para decirle al Maestro Z que hiciera lo que quisiera con ella. El Maestro Z levantó a Adrienne como si fuera una muñeca, la desplomó sobre su espalda en el extremo de la barra, y la amarró abajo con sus piernas abiertas en forma de V en el aire. Y la amordazó también, una buena cosa ya que ella insultaba hasta por los codos.
Jessica trató de imaginar ser tratada de esa manera. ¿Sobre la barra? -Qué humillante. Apuesto a que nunca insultó de nuevo.
Leonora negó con la cabeza. -Oh, se pone peor. Tomó algunos vibradores y consoladores, los puso sobre la barra, y anunció que ella estaba disponible para cualquiera que desee practicar excitando a una sub. Cualquiera.
Jessica sintió que sus ojos se agrandaban. -¿Quieres decir que…?
Maxie asintió con la cabeza y casi susurró, -Creo que cada Dom en el lugar tomó un turno. Adrienne se corrió tantas veces que sólo podía gemir las últimas veces.
Oh, Dios. Jessica envolvió sus brazos alrededor de sí misma. -¿Él simplemente la dejó allí? -¿Qué clase de monstruo que era?
– No, él no haría eso. Sería la muerte para el Maestro Z dejar a una sub atada sin atender. -Leonora miró hacia la barra. -Se sentó justo allí en la barra, tomando una copa y observando. Detuvo a un par de Doms cuando llegaron a ser demasiado duros. Cuando él la liberó, ni siquiera podía mantenerse de pie. Pero ella seguramente se disculpó.
Maxie resopló. -Ella ha sido realmente agradable desde entonces, ¿sabes? -Su sonrisa se desvaneció. -Pero mira, no quiero que el Maestro Z se enoje conmigo por nada. Uh-uh. Yo me quedo aquí, como me lo pidió.
Jessica no podía apartar su mirada de la barra. Se dio cuenta de que las pesadas vigas de la madera del techo tenían cadenas colgando de ellas. Dios, ella había pensado que la sala de medicina era mala. -Creo que me moriría, -susurró con un escalofrío.
La mirada de Leonora estaba sobre un grupo de tres Doms sentados en una mesa, y tomó un segundo antes de que ella respondiera. -Bueno, a Adrienne le gusta el látigo y la vara. Ella estaba actuando así en parte para lograr ser azotada, y ese era el problema. Pero el Maestro Z encontró un castigo que ella haría cualquier cosa para evitar de nuevo. Él es realmente aterrador de esa manera.
– Pero es absolutamente confiable en la cama. -Maxie suspiró, sus ojos medio cerrados.
La cabeza de Jessica dio media vuelta. ¿Él había tenido sexo con Maxi? Un duro nudo se le formó en la garganta. -Él es… eh, ¿disfruta de muchas de las mujeres de aquí? -Su rostro enrojeció cuando Leonora le dirigió una mirada de complicidad. Ella asintió con la cabeza.
– Oh, él ha estado con muchas de nosotras, -dijo Maxi, luego hizo un mohín. -Pero nunca toma a nadie por más de una noche. Tampoco el Maestro D.
– Y el Maestro C no va más allá que dos noches, así que no pongas tu corazón en él, tonta, -dijo Leonora a Maxie con voz seca.
– Oh, no lo haré, -dijo Maxi y se movió. -Él es demasiado intenso para mí a largo plazo, pero yo estoy queriendo un poco de intensidad esta noche.